Después de toda la noche en vela, los sentidos desarrollados al máximo y, caer literalmente dormida por allá al amanecer, desperté con una especie de resaca monumental. Por lo demás, todo fue normal. Yo volví a ser normal, mis padres hicieron como si no hubiera pasado nada y, como siempre, no volví a saber de Lurik.
Aquel roce con el vampirismo me trastoco todo lo que duraron mis vacaciones hasta el día de hoy. No entendía cómo, si al tener genes vampíricos, no había sucumbido aun al cambio y, por otra parte, me di cuenta del poco conocimiento que tenia sobre cómo se convertían los vampiros.
Hoy, aquello quedaba en segundo plano, las gotas de agua que caían en mi cabeza eran un intento vano de relajación. ¡Hoy era el gran día! Me mudaba a la villa universitaria, a un piso de estudiantes, en otra universidad, para acabar los últimos dos años de carrera. Mis maletas ya habían sido transportadas al piso y, aunque era para compartir, estaba segura que, por intervención “divina” de mi padre, estaría sola.
Me seque el pelo y me hice una cola alta; me puse unos tejanos pitillos, mis amadas doc. Martens, una camiseta a rallas negra y gris y, por último, mi chaqueta de cuero, en definitiva, el conjunto que había elegido dos semanas antes. Y ahora me tocaba lo más duro, la despedida.
En el salón estaba solo mi madre, ya que mi padre había tenido que salir urgentemente a una reunión no sé dónde. Con mi madre1 era diferente, no me había podido criar como hubiera deseado cuando era una niña, ya que a la mínima que se ponía nerviosa o se alteraba cambiaba de forma y, con todo el dolor de su alma, decidió que era menos peligroso que solo me cuidara mi padre.
Sin embargo, la amaba mucho, porque había sacrificado eso por mi bien estar, y no podía recriminarle nada – mejor eso que estar llena de mordiscos y feas cicatrices-. Cuando llegue al recibidor estaba de espaldas. Su larga melena estaba recogida en una trenza y cuando llegue a su altura se giro y me abrazo.
-Ais…mi hija-susurro a mi oído.- Te echare tantísimo de menos. ¡Cuídate! .
Me aprieta aun más fuerte y, mientras oigo que sorbe las lagrimas, da media vuelta y se transforma en una enorme tigresa, la cual se sienta en el suelo y me mira con ojos cristalinos. Y no me puedo resistir, empiezo a llorar yo también y me siento a su lado, dándole un abrazo y paso mi mano por su suave pelaje.
-Te escribiré todos los días mama.
Salgo en dirección al garaje y me pongo mi casco negro con una calavera gris, cierro la cremallera de la chaqueta, me pongo los guantes y me subo en mi preciosa Harley negra. La llamo Hayley –que poco original, ¿verdad?-. Y empiezo mi viaje de 8 horas, con una parada para comer en el primer bar de carretera que vea. Destino: nueva vida.
El aire que sopla me transmite tranquilidad pero, el ronroneo de Hayley me mantiene atenta. La carretera es recta y, no se convierte en una maldita carretera sinuosa hasta cuando falta una hora para llegar. La universidad está en las afueras, cerca de las montañas y rodeada por un espeso bosque.
Llego al fin, voy directa al edificio del rectorado, para pedir mi información necesaria. Entro en el gran edificio central y para faltar una semana para empezar las clases, hay bullicio. La recepcionista es una mujer entrada en carnes, cuarentona y con el pelo peinado por varias canas.
-Hola, soy Shawn Deuxvois-Kerstova y soy alumna de intercambio.
La mujer asiente son una sonrisa y busca por su ordenador.
-Aquí estas querida,- se levanta y coge de la parte de atrás unas llaves y una carpeta- mira, esta es la llave de tu habitación en el campus, las maletas están ya allí y, esta es la carpeta de la universidad y dentro tienes la agenda y un pen drive, de cortesía.
Sonrío y me voy para fuera. La carpeta es como todas las de la universidad, la típica gran carpeta que dice: eh, soy estudiante de la universidad, soy guay ¿eh? –Ironía, por favor-. Subo a la moto y me dirijo a las habitaciones, en la zona oeste del campus.
Los bloques de pisos son todos iguales, de dos pisos y de ladrillos y… ¡hay un centenar! El mío es el bloque C, planta segunda y habitación 3. Luego de mucho caminar encuentro mi bloque y subo hasta lo que será mi hogar durante los próximos dos años. Como era de esperar, estoy solo yo, al entrar tienes el servicio a mano derecha, con ducha; si entro un poco más, puedo ver un pequeño salón con un sofá rojo a conjunto de las cortinas, una televisión sencilla y una mesa de madera para cuatro comensales junto, una cocina americana.
La habitación esta a mano derecha en el salón, es más grande de lo que imaginaba, tiene dos camas con sus respectivas mesitas de noche y sus propios armarios. Lástima que no podre compartirlo con nadie. Mi ropa ya está guardada en los cajones y en mi cama han puesto mi peluche del gatito que tenía en mi habitación del ático. En definitiva, ya lo han hecho todo, como siempre.
Me tumbo en la cama y miro la agenda, dentro esta adjunto el horario de clases. Voy solo por la mañana hasta las 15 p.m., no es un mal horario pero, pongo la mano en el fuego de que cuando salga de ellas… estaré muerta de hambre.
¡Entonces alguien o algo aporrean la puerta! De un salto me levanto de la cama y me dirijo a la puerta principal abriéndola de un tirón. En frente de mi se encuentra una chica de mi edad aproximadamente, una mulata bajita pero muy enforna, de pelo corte masculino plateado y ojos a conjunto, con una enorme sonrisa en la boca.
-¡Oh, no hacía falta correr tanto, no me iba a ir!- ríe sonoramente y, su risa se me contagia.- Me llamo Luna Bielhg, vivo enfrente tuyo- y me tiende su mano.
- Shawn Deuxvois-Kerstova, un placer.
- Pues bien Shawn, esta noche hacemos una fiesta en el bosque, ¿te apuntas verdad? No acepto un no, a las diez te paso a buscar, habrá comida y bebida.- me dice atropelladamente y, no me da tiempo a decirle que no, puesto que se va diciéndome adiós con la mano a la puerta siguiente.
* * *
Son las diez en punto y pican a la puerta, en ella me espera Luna vestida con un top blanco y unos shorts tejanos. La miro sorprendida, ¿a caso no nota el frio? Pero para ser sincera, luce genial.
-Wow Luna, luces preciosa…
- ¡Lo sé!- y ríe alegre, haciendo otra vez que se me contagie- para algo me he esforzado tanto y-pega un silbido- tu estas despampanante, ¡ligas fijo!
Y dicho eso, me coge del brazo y me dirige a fuera a paso ligero. Nos subimos en el coche que, supongo, es de ella y arranca quemando ruedas. En todo el rato no para de hablar, ¡qué chica más hiperactiva! Me miro en el reflejo del espejo y, sí, no voy nada mal.
Me he ondulado un poco las puntas del pelo, me he puesto los labios rojos y kohl en los ojos; para vestirme, he elegido un mini vestido negro arrapado con una cremallera delante hasta el ombligo pero, cerrado. ¡No hace falta enseñar, solo provocar! Y, mi toque especial… ¡mis Martens!
Después de 20 minutos llegamos a un claro qué más coches y aparcamos; nos adentramos un poco por el bosque, unos 10 minutos y delante de nosotras nos recibe una cálida hoguera y un montón de jóvenes comiendo y bebiendo. Luna me presenta más o menos a todos los presentes pero, de todos, llama mi atención un chico moreno altísimo.
Tiene el pelo negro y largo hasta los hombros, recogido con una coleta, la piel muy bronceada y, aunque es fino, se le aparenta bastante fibrado. Tiene un perilla un poco larga y barba de tres días, unas dilataciones como las mías, aun que creo q un más grandes y va vestido con unos tejanos negros y una camiseta oscura. Realmente es atractivo y, aun más cuando se percata de mi escrutinio y se gira con una impresionante y bella sonrisa de dientes blancos.
Sus ojos se posan en mí y, manteniendo aun la sonrisa, se me queda buen rato mirando hasta que, parece que alguien le llama y se gira. Y no miento, durante esos escasos momentos, juraría que he dejado de respirar y la gente había desaparecido, quedando en segundo plano. Aun noto el palpitar de mi corazón cuando luna me saca del sopor cogiéndome de la mano en dirección a la comida.
Habían pasado cuatro fantásticas horas, había conocido a mucha gente pero, aquel chico había desaparecido. El viento empezó a refrescar y notaba los estragos del frio en los huesos y la falta de sueño, así que decido irme para casa pero, Luna está intimando con un chico y decido ir caminando.
Llevo media hora dando vueltas por el bosque y, a estas alturas empiezo a maldecir mi propia estupidez. ¡Cómo se me ocurre irme sola! El bosque esta oscuro, no se ve nada ni reconozco nada y, el silencio, abrumador, me envuelve. Y aunque sé que no debería ser así, poco a poco va creciendo cierto pánico en mi interior… el primer día que llego y me pierdo. Ya me vale.
De repente, algo interrumpe el silencio de la noche y me quedo inmóvil. Intento agudizar mis oídos y, diferencio algún movimiento de hojas, un respirar y algo más…pisadas. Sé que debería correr o esconderme pero, mi parte racional me intenta convencer de que es algo imaginario.
¿Quién querría seguir a una chica por un bosque?...Y entonces noto como algo cae encima mío, derribándome al suelo con un duro golpe que me arranca un chillido. Lo que me haya caído encima sale disparado hacia delante por la inercia y yo aprovecho para rodar por el suelo hasta, quedarme boca arriba.
Todo está, otra vez, en silencio. Solo se oye mis jadeos. Tiemblo entera de miedo y, más aun, cuando empiezo a oír, no solo un gruñido, sino varios gruñidos; de entre la oscuridad de los arboles empiezan a vislumbrarse como unos quince pares de ojos y, el que está más frente mío, por fin se muestra.
Un enorme lobo con una cicatriz que le atraviesa un ojo negro se acerca, despacio, hacia mí mostrándome sus amarillos dientes afilados. Tiene las orejas hacia tras y me mira desafiante. Detrás de él empiezan a aparecer más lobos enormes gruñéndome y, aunque sé que tendría que huir, mi cuerpo no reacciona, estoy petrificada contra el árbol.
Sé que de un momento a otro se me abalanzara encima y, fin de mi vida. Sé que si no estuviera en shock, estaría pegándome cabezazos contra la parte, maldiciendo mi estupidez y, de repente, veo como el lobo se prepara a saltar encima de mí y, en ese momento mi cuerpo reacciona, pegando un agudo grito y cierro los ojos, esperando su ataque.
Un ataque que no llega, en vez de dolor, oigo como un golpe y pruebo a mirar que ha sucedido. Delante de mí hay un lobo negro y marrón dándome la espalda, protegiéndome. Por un instante pienso que es mi madre pero, sé que no es ella. Este lobo esta también gruñendo pero, no a mí, sino a los otros.
Poco a poco intento ponerme en pie, para poder ver la escena que esta desarrollándose en mis narices y, en cuanto me incorporo, los gruñidos aumentan y, el lobo de la cicatriz me mira, me ladra y vuelve a saltar sobre mí. Mas, nuevamente, el lobo se interpone dándome un empujón y, mi cabeza se golpea contra algo duro… y por fin, todo se vuelve oscuro.
Entre el absoluto silencio de la oscuridad que me envuelve, noto algo húmedo que me toca y, más oscuridad. Otra vez vuelvo a ser consciente, a medias, de un balanceo en mi cuerpo y vuelvo a ceder al silencio. Intento abrir los ojos, oigo el crujir de las hojas y las brancas del suelo pero, ya no puedo más y me dejo llevar por la paz de la nada.
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1 En mi cabeza, los cambiaformas tiene el paso del tiempo alterado que el de los humanos. Un hombre o mujer cambiaformas puede parecer una mujer de 20 años humanos y tener en verdad 15 años. Por eso, cuanto más joven se es, menos control se tiene del cambio de forma y su madre es una chica todavía joven que no controla su poder.
1 En mi cabeza, los cambiaformas tiene el paso del tiempo alterado que el de los humanos. Un hombre o mujer cambiaformas puede parecer una mujer de 20 años humanos y tener en verdad 15 años. Por eso, cuanto más joven se es, menos control se tiene del cambio de forma y su madre es una chica todavía joven que no controla su poder.
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Aqui esta el tercer cap..no me mateis x el cambio brusco..todas esperabais otra cosa :P
Espero q hos gustee ^^ Comenten plis!
Malinka
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